Rafael Doníz registra la diversidad étnica de México: nahuas, mayas, huicholes, mazahuas, purépechas, triquis, zapotecas, pero es con los náyari o coras con quienes estableció un vínculo permanente a través de su obra fotográfica.
Desde la primera incursión en su territorio, en 1979, fue atrapado por la cosmología, los rituales sagrados, los objetos cotidianos y el aliento de visión mágica del mundo en un tiempo distinto, el tiempo cíclico de lo sagrado.